El Parque Nacional de Garajonay en La Gomera debe su nombre a una historia de amor protagonizada por Gara, princesa de fuego y Jonay príncipe del agua, hijo del Mencey tinerfeño de Adeje. La noche de las hogueras se conocieron y el amor florecía en sus cuerpos. La familia no aceptaba a Jonay como futuro marido de Gara y consiguieron echarlo de la isla y mandarlo de nuevo a Tenerife, pero esto no supuso ningún problema para él ya que poco después se armó de valor y cruzó ambas islas nadando, no sentía cansancio ni dolor, solo estaba enamorado. "Querían tocar el cielo, alcanzar la cima de la isla que Gara tan bien conocía, sellar su amor en aquel espacio mágico, en la roca sagrada, rodeados de estrellas... así su amor sería eterno. Una mirada entre ambos fue suficiente, ocurrió la esperada unión de sus cuerpos, con ternura y pasión, con caricias jamás soñadas, y después de un beso y una sonrisa cómplice, cayeron danzando al vacío, ya no habría desgracias y así confirmarían que el amor perviviría más allá de su cuerpos." "Todavía hoy se escuchan los ecos de sus corazones entre los redondos perfiles de aquella montaña de piedra del Alto del Garajonay, el eterno lugar de ambos”
Fuente: José Gregorio González, periódico El Día 2004.